¡Acordaos, oh
piadosísima Virgen María,
que jamás se
ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra
protección,
implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos!
¡Animado por esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de las de
las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me
atrevo a comparecer ante Vuestra presencia soberana!
¡Oh madre de Dios, no desechéis
mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente, amén!
Amiga, le tengo mucha devoción a esta advocación a la que recurren tantos jóvenes para luchar contra el diablo, la carne y el mundo. Auxilio eficaz. Abrazos fraternos.
ResponderEliminar¡Qué belleza de plegaria! Da igual cuántas veces se rece, siempre es como una suave fragancia que se eleva a nuestra Madre desde los corazones de sus niños. Abrazos fraternos.
ResponderEliminaryo también le tengo mucha confianza a esta oración que se dice que compuso San Bernardo, si no me equivoco. Tiene mucho poder, porque es plenamente confiada, abandonada en la Omnipotencia suplicante. Auxilio eficaz, y tanto.
ResponderEliminarAbrazos fraternos
Suave fragancia que se eleva hacia nuestra Madre ... eres contemplativo, hermano. Usas imágenes poéticas, y eso es herramienta hermosa para intentar describir las cosas de arriba, las del cielo.
Aunque no alcancen a plasmar todo cuanto el alma experimenta en la oración.
Gracias a los dos por vuestra amistad en Dios.
Abrazos fraternos