Tu bendita Presencia, constante, riega mis días de desierto con agua fresca, revitalizante.
Tu Palabra es Luz para mis pasos, Constancia para mis actos, Espada penetrante para mis pensamientos.
Palabra encarnada, Hijo del hombre, Dios con nosotros, Hermano, Padre y Esposo del alma.
Ya no concibo el vivir sin Ti, sería negrura y podredumbre, sería tiniebla asfixiante que mata.
Todo pasa en esta vida, los familiares, amigos, conocidos...aparecen y desaparecen a su tiempo,
más Tú cada día me esperas paciente, amante y misericordioso.
En Tu Amor hallo fuerzas para subir mis Everests, resistir mis asedios y embates cual roca que no quiebra, en Tu Amor hallo Vida mientras mi cuerpo se resiente por el paso de los años y no sabe aún que volverá a ser joven y hermoso, como nunca antes, pues ese es Tu Plan, esa es Tu santa Voluntad.
Dame la virtud de la perseverancia, María Madre, la Santa Perseverancia hasta el final, por Amor Divino, Ese que osa posarse sobre mi gran indigencia y miseria y darle Luz y Visión.
Todo me es dado, por Gracia. Ríndame yo enteramente a toda Gracia surgida de las llagas benditas de Jesús y María. Que así sea.