sábado, 12 de agosto de 2023

Pequeña luz

El Señor es Palabra divina y por medio Suyo todo ha sido hecho. Por lo tanto está en Él la capacidad de crear de la nada, ya que Dios Padre comparte con Él todo lo Suyo y Él lo recibe todo de Él, por el Amor, Espíritu Santo omnipotente.

La Palabra divina fue crucificada en Su unión indisoluble con Jesucristo hombre. Porque es la Persona la que padece. Y Jesucristo es una sola Persona divina unida hipostáticamente al Hijo del hombre. 

La Palabra que por designio de Dios Padre realiza toda la creación, y creando comunica vida , (porque siempre hace lo que a su "Abba" le agrada) obedece, se humilla, asumiendo la naturaleza humana en Jesucristo, asumiendo una humanidad mortal, pues el dictamen divino previo era: si coméis de este fruto, moriréis... y comieron, y murieron.

Todos heredamos esa mortalidad, todos, hasta el mismo Jesucristo, y la Virgen, por ende, también.

El hombre Jesucristo debía pasar por la muerte, castigo divino para el pecado de desobediencia de Eva y Adán y resucitar al tercer día, ya que en Jesucristo, la única Persona es el Verbo del Padre, su Palabra que es eterna.

En la resurrección, el Verbo divino comunica su vida al cuerpo torturado y fallecido de Jesucristo, lo reanima, lo resucita a una vida nueva, en la que ya no es mortal, sino inmortal, y es así como, por la Fe y el Amor que Le tenemos, nos reaviva, nos asume en Sí (santa comunión) haciéndonos hijos en Sí mismo, el único y amado Hijo de Dios, para llegar a ser, como Él inmortales hijos de "Abba" por el Amor, Espíritu Santo de Dios.

Las leyes que Dios ha puesto en su Creación son inmutables. Por eso tras la desobediencia de Eva y Adán, entro la muerte en lo más hondo del ser humano, y quedó tendente al pecado, herido en lo más profundo de su ser, que ahora (sin la Fe en Jesucristo) es incapaz de heredar la inmortalidad que Dios tenía previsto concederle, si hubiera obedecido en todo.

Lo más doloroso de la pasión de Cristo es el hecho de que siendo Él en lo más genuino de sí mismo:  comunicador de Vida, tuvo que ser crucificado, sujetado, violentado hasta la muerte. Y la Persona divina en Jesucristo lo padeció, aunque se vio sumida en ese Dolor infinito, de forma voluntaria, por Amor a Abba y a la humanidad, nadie Le pudo. Nadie. Él asumió con infinito Amor y Dolor ese designio de su vida mortal, de forma totalmente libre y soberana.
 

Si crees en Jesucristo Él hace Su Obra en ti, en cada uno de Sus amados hijos.

Tengamos Fe, Esperanza y Amor a este Dios que lo ha dado todo por estar con nosotros eternamente.

miércoles, 2 de agosto de 2023

Evangelio según San Mateo, capítulos 9 y 10

Leyendo a San Mateo, se ve claramente que Jesucristo desde el principio de su evangelización, realiza milagros de curación corporal, mental y espiritual. Y resucita muertos. Sus obras escandalizan a los fariseos porque al no entender que Él es Dios verdadero y hombre verdadero, sospechan que el poder le viene del maligno.
Lo cual es un sinsentido, ya que curar y resucitar a alguien es hacerle un bien.
Pero ellos no lo comprenden, se cierran en banda, y desconfían.

Jesucristo es un varón compasivo para con todo ser humano sufriente, y pone Su Poder omnipotente al servicio de ese Amor divino y humano que le lleva a compadecerse del sufrimiento humano.

Por lo tanto, Su Corazón es compasivo, misericordioso y sanador en la más amplia acepción de la palabra.

Lo genuino en Jesucristo es compadecerse del estado lastimoso de los pecadores y sanarles como fruto de esa compasión, en el cuerpo, la mente y el espíritu.

Por lo tanto es una característica genuina en la Persona de Jesucristo el ser compasivo para con el estado de miseria al que el pecado del hombre lo ha conducido.

El pecado es siempre merma, es pérdida para el ser humano, le resta al hombre creado por Dios todo tipo de capacidades corporales, mentales y espirituales que Dios mismo le había conferido, como, por ejemplo, la inmortalidad.

por eso la Virgen en Fátima les dice a los niños: rezad por los pobres pecadores, porque nadie reza por ellos

En la claridad con la que Cristo y María ven la gran pérdida del hombre pecador, se ven impelidos a ayudarle a recuperar, por la Gracia redentora de Jesucristo, un estado del que habían sido excluidos por su propio pecado y el de los demás.

Por eso dice también la santa Escritura que lo que hace Jesucristo es una nueva Creación que surge de su Dolor infinito, su muerte y su Resurrección, como de una nueva condición que Dios mismo ofrece al pecador arrepentido al que concede participar de su naturaleza divina y quedar así no solo redimido sino divinizado.

Ese es el Amor omnipotente de reside en el Sagrado Corazón de Jesús, y que nos es ofrecido generosa- e inmerecidamente en el Sacramento de la Reconciliación, y en especial en la Santa Comunión de su Cuerpo y Su Sangre.

Nos lo ha dado todo. Ahora nos toca corresponderle con todo nuestro ser y entrega.