Viniste, Madre, hace 2000 años a animar al apóstol Santiago ante la cerrazón de este pueblo español.
Y con tu Bendición al fin pudo evangelizarnos y conseguir transformar un pueblo de dura cerviz en un pueblo cristiano y amante de su Madre celestial.
Ahora, en estos tiempos convulsos, retorna a esta tierra de María, como la llamó tu amado Juan Pablo II, y suscita santos apóstoles, valientes, que la reevangelicen de nuevo.
Contigo, podremos, Señora nuestra.
Que así sea.