«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Santo Evangelio según san Juan 6,68-69
Todo lo que el corazón del hombre ansía encuentra la Respuesta adecuada e incluso sobreabundante en Jesucristo.
Para poder decir esto con verdadera convicción, ¿ Qué debo hacer ?
Cuando hallo, en mi caminar por este mundo, a una persona en la que veo mucho de lo bueno que constituyen mis valores, procuro hablar con esa persona y tratar de conocerla mejor.
Sin conocer bien a una persona no podré decir que es amiga mía.
Lo mismo ocurre con Dios. Si quiero amar más a Jesús, es normal que procure conocerle mejor.
¿En qué hallo la manera de conocer mejor a Jesucristo? Leyendo y meditando con frecuencia Su Palabra y Su Vida terrena descrita en los Santos Evangelios. Una vez haya yo prestado mi sí incondicional al Jesús de los Evangelios, Su Santo Espíritu y la Virgen María me conducirán suavemente hacia una vivencia plena del Sacramento de la Reconciliación, en el que soy perdonado y agraciado con nuevas capacidades para hacer el bien y desechar el mal. Podré comenzar a amar al prójimo como Dios me lo pide.
Una vez afianzado en Cristo, vendrán las Santas Misas, la Santa Comunión, , las oraciones diarias, el santo Rosario, la santa Coronilla, y las santas lecturas de también santos libros.
Mi anclaje principal es el Cristo de los santos Evangelios. Es imprescindible leerlos con frecuencia, a diario a ser posible, para perseverar en Su Amor y Conocimiento hasta el final de nuestra vida mortal y más allá.