domingo, 28 de agosto de 2022

Ser feliz

Jesucristo fue y es el hombre más feliz que jamás haya pisado la tierra.

Porque en lo más hondo de su ser se sabe infinitamente amado por Su Padre Dios.

Y entonces, aún en los sufrimientos más agudos de su pasión dolorosa, sigue siendo hondamente feliz.

Tengo que reconocer que esta realidad me ha costado siquiera admitirla, para luego creerla y considerarla lógica, factible y real.

Por el contrario, el hombre sin Dios se mantiene en una honda desesperación del vivir, porque nada llena , mejor dicho nada puede llenar el vacío de Dios. Va de mal en peor a lo largo de su vida y aún muchos acaban hallando en el suicidio el ansiado alivio vital, aunque dure 2 segundos.

Y eso ocurre porque fuimos hechos por y para Dios.

Es así de sencillo, para quien quiera creerlo, claro.

Si deseo hallar esa felicidad profunda que procura el Espíritu Santo, Amor divino en el corazón del hombre creyente, tengo que abnegar mis esclavitudes, romper mis cadenas de pecado, renunciar a los deseos del hombre viejo que aún habita en mí y así dejar espacio para que Dios me llene de sí mismo.

No hay otra manera.