Lindos bosques de árboles altos
cuya frondosa estirpe perdura,
son como almas de bellos orantes
que se consagran sin ataduras,
y en el silencio ganan batallas
que el mundo necio ni se imagina
son los sencillos y mansos corderos,
fuertes guerreros de la gracia divina.
La vida consagrada es una vocación para grandes guerreros, tienes mucha razón, mansos y humildes son los pulmones orantes de la Iglesia. Abrazos fraternos.
ResponderEliminarLos pulmones orantes de la Iglesia,exacto,que con la Gracia de Cristo la oxigenan y permiten su supervivencia espiritual y vital.
ResponderEliminarLa Virgen en sus apariciones aprobadas como Lourdes, Fátima, Guadalupe y otras nos manda exactamente eso: oración y penitencia.
Abrazos fraternos
Sólo en la quietud de las aguas se ve con claridad el reflejo del cielo, y aún siendo de noche, de las estrellas. Del mismo modo, en el retiro de estas almas orantes llegan las plegarias, raudas, hacia Nuestro Señor. Nosotros lo tenemos más complicadete en el fragor de los días y sus trabajos, pero tenemos a nuestra Madre del Cielo, la Madre de Dios, para llevarnos de la mano hacia el Sagrado Corazón de Su Hijo. Abrazos fraternos.
ResponderEliminarExacto, la quietud de las aguas, qué bella imagen, Peregrino, amigo. Deberíamos también nosotros, los seglares, buscarlas a lo largo del año, quizás en un retiro anual en completo silencio, sin móviles, ni ordenadores... me lo digo a mí misma antes que a nadie, jejeje
ResponderEliminarAbrazos fraternos