sábado, 18 de enero de 2020

Tuve tribulación



sí, la tuve.

Pero sigo aquí, a Dios gracias, y nunca mejor dicho.

Mientras tenga un hálito de vida, Le proclamaré.

Mientras Él me conceda tiempo, Le proclamaré.

Mientras Él me salve de todo mal, Le proclamaré.

Mientras Él me mantenga aquí, Le proclamaré.

Con todos mis hermanos redimidos SOMOS LA ESPOSA amada con OMNIPOTENCIA DIVINA contra la cual nadie PUEDE NADA.

Tota tua ego sum, oh Virgo Maria, felix caeli Porta!

Monstra te esse matrem: sumat per te preces,
Qui pro nobis natus tulit esse tuus. 

Sit laus Deo Patri,
summo Christo decus, Spirítui Sancto,
tribus honor unus. Amen.

4 comentarios:

  1. Si, tengo tribulaciones, pero por la gracia del Señor soy lo que soy.
    Si mucha fue la tribulación, mayor ha sido Su Gracia en mi.Por eso yo
    le Alabo, le proclamo Rey, Dueño de mi vida.Junto con todos mis hermanos.¡Gloria al Señor! Esposo fiel...

    Precioso querida amiga.

    Un fuerte abrazo en el Señor.

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  2. Precioso tu comentario, Marian, muchas gracias, hermana
    Siempre aprendo contigo.
    Un fuerte abrazo en el Señor

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  3. ¡Qué certero me parece el texto, hermana!

    Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
    vida, dulzura y esperanza nuestra;
    Dios te salve.
    A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
    a Ti suspiramos, gimiendo y llorando,
    en este valle de lágrimas.
    Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
    vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
    y después de este destierro muéstranos a Jesús,
    fruto bendito de tu vientre.

    Las tribulaciones son esa piedra en el zapato que todos tenemos por ser los descendientes de Eva; y la alegría, la fe y la esperanza, las lámparas que iluminan nuestras noches y tormentas por ser los hijos de nuestra Madre la Santísima Virgen María.
    Abrazos fraternos.

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  4. Ave maris Stella,

    cada vez es más fuerte y veo más claro que nuestra guía al Cielo es Ella, cuando nuestra barquita es embestida por olas y con motines a bordo. Alabar al Señor con la garganta áspera, a veces sin fervor ninguno, no importa, no dejar nunca de cantar y alabar a Dios y amanecen todas esas pequeñas noches oscuras, firmes, vencedores arropados por el manto de esa estrella que guía nuestra barquita que es Esposa prudente, que es Iglesia fiel.
    Abrazos fraternos

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