y habitó entre nosotros,
dejando una huella indeleble,
huella del Unigénito de Dios,
Alfa y Omega, principio y fin de todo lo creado,
Rey y Emperador de los tiempos y edades,
ante el cual toda rodilla se dobla en el cielo,
en la tierra, y aún en los infiernos.
Ni el tiempo ni el espacio son impedimento
para que Jesucristo reine, ahora y por siempre, amén.
ResponderEliminarAmén.
¡Viva Cristo Rey!
Abrazos fraternos
¡Viva Cristo Rey!
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