martes, 24 de diciembre de 2019

Y el Verbo se hizo hombre






y habitó entre nosotros, 
dejando una huella indeleble, 
huella del Unigénito de Dios, 
Alfa y Omega, principio y fin de todo lo creado,
Rey y Emperador de los tiempos y edades, 
ante el cual toda rodilla se dobla en el cielo, 
en la tierra, y aún en los infiernos.
Ni el tiempo ni el espacio son impedimento 
para que Jesucristo reine, ahora y por siempre, amén.

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