El hombre tiene una Ley Natural. Además, aquellos a los que ha llegado el Evangelio, lo han escuchado, recibido, meditado, acreditado y aceptado viven las Bienaventuranzas en la Ley de Dios con sus Once mandamientos. Imagen y semejanza, somos sal y luz. Pero existen dos ciudades, La Ciudad de Dios y ...la ciudad de los hombres que legislan como si fueran dioses y hoy niegan hasta su propia naturaleza. Abrazos fraternos.
¡y tanto que es como describes! La expresión es muy certera: legislan como si fueran dioses.... "sereis como dioses", retumba en cada desafío al Altísimo, desde nuestra época, en la que hemos aprendido a desafiarle, aún en lo menor...
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.
Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. ;)
El hombre tiene una Ley Natural. Además, aquellos a los que ha llegado el Evangelio, lo han escuchado, recibido, meditado, acreditado y aceptado viven las Bienaventuranzas en la Ley de Dios con sus Once mandamientos. Imagen y semejanza, somos sal y luz. Pero existen dos ciudades, La Ciudad de Dios y ...la ciudad de los hombres que legislan como si fueran dioses y hoy niegan hasta su propia naturaleza. Abrazos fraternos.
ResponderEliminar;)
¡y tanto que es como describes!
ResponderEliminarLa expresión es muy certera: legislan como si fueran dioses.... "sereis como dioses", retumba en cada desafío al Altísimo, desde nuestra época, en la que hemos aprendido a desafiarle, aún en lo menor...
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. ;)