Hay un punto de inflexión entre el bien y el mal en nuestro interior.
Sabemos que Jesucristo nos ama y está bien dispuesto al perdón.
Pero también sabemos que existe la posibilidad de la eterna condenación.
Hay, en la lucha interior contra el propio pecado, un punto de inflexión en el que podemos optar de forma aparentemente oculta por el mal, incluso con apariencia de bien.
Más el Espíritu Santo de Dios, que todo lo sabe y todo lo penetra, dará testimonio público de nuestro mal que considerábamos oculto.
Por tanto no trae ganancia optar por el mal, ni siquiera a nivel interno. Ni siquiera en las cosas que nos parecen nimiedades.
Ya que el camino del santo sobre la tierra de los pecadores surge de una íntima elección: la del Bien en todo y para todo.
Es reorientar el propio ser hacia Dios, totalmente. A la manera como los girasoles cambian su dirección, buscando siempre la luz del sol que les da vida.
Si tengo batalla interior, quizás sea porque hay algo aún oculto, incluso para mí, porque no lo he reflexionado en profundidad.
Dame Tu Luz Divina, Espíritu Santo, para con Tu Gracia, Jesucristo, reorientar la "maquinaria" más honda en mí, hacia nuestro excelso Padre del cielo, que todo lo puede, que quiso salvarnos en y con Jesucristo, para conducirnos a una Vida sin fin, plena, gozosa, luminosa, maravillosa.
Luz de Dios, ilumina mis estancias oscuras, para que viendo mi pecado más antiguo, más perseverantemente presente y actuante en mí, con Tu Poder y Tu Gracia pueda quedar derrotado, para siempre.
Ut Unum sint
Es una guerra en el principal campo de batalla de nuestro corazón. Abrazos fraternos.
ResponderEliminarAmén, así es. Abrazos fraternos
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