¡No quiero mundo, ni ruidos, ni gritos, ni violencias!
Quiero silencio y tan solo el cristalino tintinar,
natural de las aguas rompiendo en su beso de mar
Quiero la voz que bien suave se hace notar
cuando cierro la puerta y me estoy en Tu Paz
Quiero mecerme contemplando las aguas,
los pases toreros que tiene la mar
Oir cual sonata, los altos y bajos de su balanceo vital
Luego iré a lo alto del monte,
buscando a Mi Amado, que me rescató,
encontrándole en el silencio,
me postraré en su Presencia, y me dejaré serenar.
Transpórtame a tu eterna Quietud,
mírame desde tu Presencia de pan,
y comparte conmigo tu Ser y tu Ver, mi divino Guardián, y ten piedad.
A ver a qué monte subes amiga, mira que hay uno con una abadía que siempre está en guerra mundana jjj. Me gusta mucho leer las herramientas para buscar esa paz que nadie nos puede arrebatar. Abrazos fraternos
ResponderEliminarOh, sí, lo sé muy bien, ese monte que de por sí es hermoso, tejido en las profundidades del mar, y elevado por las fuerzas internas del planeta,convertido por la naturaleza en auxilio material para la elevación de las almas... y corrompido por el hombre y hecho cueva de fornicarios, apóstatas y homicidas...
ResponderEliminarVolveré a la fuente, de donde mana el agua pura,
aquella que en su hermosura, libero mis manos de las cadenas,
y mi vida de tanta miseria...
son días tristes en Cataluña, en donde un pueblo manipulado y engañado, yace bajo las llamas avivadas del odio...
Abrazos fraternos
¡Ah, la quietud y el silencio! En verdad imprescindibles para oír el clamor de Dios en nuestro interior; esa ola que acaricia nuestra existencia y ns da la Vida. Por cierto, las imágenes que has seleccionado para la entrada me han parecido muy hermosas. Abrazos fraternos.
ResponderEliminarMe alegro, Caminante, Dios te bendiga en abundancia.
ResponderEliminarAbrazos fraternos