No le esperaba con la vara en mano para darle su merecido castigo, como haríamos muchos de nosotros, no.
Se alegró de verle y corriendo lo abrazó y lo cubrió de besos.
Este es nuestro Dios.
Cualquier otra imagen, será falsa.
Meditemos en ese Amor infinito de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por nosotros pecadores.
Y confiémonos a sus manos, plenamente, como un niño se pone en las manos de su madre que lo ama.
Igual.
Y más.
La misericordia del Padre es infinita para el pecador arrepentido de sus faltas. Nada somos ni nada podemos sin Él, sin su Gracia, sin la intercesión de nuestra Madre la Santísima Virgen María. Saludos cordiales.
ResponderEliminarLa misericordia del Padre es infinita para el pecador arrepentido de sus faltas. Nada somos ni nada podemos sin Él, sin su Gracia, sin la intercesión de nuestra Madre la Santísima Virgen María. Saludos cordiales.
ResponderEliminarAsí es Caminante, nada podemos sin nuestro buen Dios santo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. Y Mamá María siempre ayudándonos a ser dóciles a la Voluntad benéfica del Uno y Trino. Saludos cordiales para ti también
ResponderEliminar"Cualquier otra imagen, será falsa." Justo y por eso los que estamos en la Casa, especialmente los conversos como yo, hemos de recibir al hermano que viene con los brazos abiertos y generosos que nos enseña nuestro Padre misericordioso. ¿o vamos a ser como el de la parábola? y das en el clavo: como niños seamos de la mano de Mamá. Abrazos fraternos.
ResponderEliminarMe alegro de saber que eres converso. Es una gracia maravillosa, que dura toda la vida... Como si te marcaran a fuego, indeleblemente. Podemos caer de nuevo, pero dificilmente marcharemos para siempre. Uno puede morir 2 veces, pero no debe, es un deber y un honor servir a tan alto Señor. ¿Quién como Dios?
ResponderEliminarSan Miguel nos ayude a serle fieles, hasta el último respiro.
Abrazos fraternos