Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. 27 Y el que sondea los corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
(De la carta a los Romanos, 26-27)
Santo Tomás nos ayuda a penetrar un poco más en esta realidad tan hermosa:
" En seguida, cuando dice: Pero el Espíritu está intercediendo El mismo, etc., indica el modo del auxilio del Espíritu Santo, diciendo que el mismo Espíritu está intercediendo por nosotros con gemidos que son inexplicables. Lo cual parece favorecer el error de Arrio y de Macedonio, quienes afirmaron que el Espíritu Santo es una creatura y menor que el Padre y el Hijo; porque el interceder es del inferior, y si por decir que El intercede entendemos que es una creatura pasible y menor que el Padre, se sigue también que de la expresión intercediendo con gemidos entendamos que es El una creatura pasible carente de la bienaventuranza, cosa que jamás dijo ningún hereje. Porque un gemido por dolor es algo que corresponde a la indigencia. Y por eso se debe explicar el intercediendo en el sentido de que hace que nosotros pidamos, como también dice el Génesis (22,12): Ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, esto es, le hice conocer. Ahora bien, el Espíritu Santo hace que nosotros pidamos, en cuanto causa en nosotros deseos rectos. Porque la petición es cierto despliegue de los deseos. Y los deseos rectos provienen del amor de caridad, la cual es claro que El produce en nosotros. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rm 5,5). Y dirigiendo y estimulando nuestro corazón el Espíritu Santo, nuestros deseos, no pueden sernos sino útiles (Yo el Señor Dios tuyo que te enseño lo que te importa: Is 48,17); y por eso agrega: por nosotros. Y por ser mucho lo que deseamos y que con gran ansia pedimos, padecemos la dilación con dolor y gemidos, y por eso agrega: con gemidos, los que en nuestro corazón causa, por cuanto nos hace desear las cosas celestiales que se reservan para el alma. Este es el gemido de paloma que el Espíritu Santo produce en nosotros. Gimiendo como palomas y lamentándose en sus corazones (Nahum 2,7). Y dice que esos gemidos son inexplicables, o porque son por aigo que es inexplicable, como lo es la gloria celestial (oyó palabras inefables que no es dado al hombre expresar: 2Co 12,4); o porque los propios movimientos del corazón no se pueden explicar suficientemente, en cuanto que proceden del Espíritu Santo. ¿Quién podrá explicar la disposición de los cielos? (Jb 38,37).
En seguida, cuando dice: Mas Aquel que escudriña, etc., muestra la eficacia del auxilio con el que nos asiste el Espíritu Santo, diciendo: Mas Aquel que escudriña los corazones, esto es, Dios, de quien es propio escudriñar los corazones. Y tú, ¡oh Diosi que penetras los corazones y los afectos (Ps 7,10). Se dice que Dios escruta los corazones no porque inquiriendo conozca los secretos del corazón, sino porque claramente conoce lo que se oculta en el corazón. 1ré con una antorcha en la mano registrando Jerusalén (Sof 1,12). Dios, digo, escrutando los corazones, sabe, esto es, autoriza y reconoce (según 2 Tim 2,19: Conoce el Señor a los que son suyos) lo que desea el Espíritu, o sea, lo que nos hace desear. Oh Señor, bien ves todos mis deseos (Ps 37,10). Y por eso los deseos del Espíritu que en los santos produce el Espíritu Santo son aceptos por Dios, porque intercede por los santos, esto es, les hace pedir conforme a la voluntad de Dios, o sea, lo que conviene con el divino beneplácito (Todo deseo de los justos se dirige al bien: Prov 1 1,23); para ejemplo de lo cual le decía el Señor al Padre: Mas no como yo quiero sino como Tú (Mt 26,39)."
En seguida, cuando dice: Mas Aquel que escudriña, etc., muestra la eficacia del auxilio con el que nos asiste el Espíritu Santo, diciendo: Mas Aquel que escudriña los corazones, esto es, Dios, de quien es propio escudriñar los corazones. Y tú, ¡oh Diosi que penetras los corazones y los afectos (Ps 7,10). Se dice que Dios escruta los corazones no porque inquiriendo conozca los secretos del corazón, sino porque claramente conoce lo que se oculta en el corazón. 1ré con una antorcha en la mano registrando Jerusalén (Sof 1,12). Dios, digo, escrutando los corazones, sabe, esto es, autoriza y reconoce (según 2 Tim 2,19: Conoce el Señor a los que son suyos) lo que desea el Espíritu, o sea, lo que nos hace desear. Oh Señor, bien ves todos mis deseos (Ps 37,10). Y por eso los deseos del Espíritu que en los santos produce el Espíritu Santo son aceptos por Dios, porque intercede por los santos, esto es, les hace pedir conforme a la voluntad de Dios, o sea, lo que conviene con el divino beneplácito (Todo deseo de los justos se dirige al bien: Prov 1 1,23); para ejemplo de lo cual le decía el Señor al Padre: Mas no como yo quiero sino como Tú (Mt 26,39)."
Es que, el Espíritu Santo conoce la profundidad de Dios. Amor. Escudriña corazones y el de Jesús es tan grande... océano de Amor. Conoce al que Ama, Ama al que conoce, Amar. Él amando dentro de tu corazoncito es un acto más de la Majestad de Dios. ¡nos conviene que venga!
ResponderEliminarVen Espíritu Santo, Ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María tu amadísima Esposa.
Abrazos
¡Nos conviene que venga y arregle este desaguisado tremendo y brutal en el que nos hallamos! No sin culpa, más con deseos de enmienda y camino santo, nos ponemos del todo en manos innmaculadas, suplicando guía y protección en esta hora negra universal.
ResponderEliminarCor Marie, iter para tutum !
Corazón Dulcísimo de María, da fuerza y seguridad a nuestro camino en la tierra: sé tú misma nuestro camino, porque tú conoces la senda y el atajo cierto que llevan, por tu amor, al amor de Jesucristo. (San José María)
¡Qué bien lo explica Santo Tomás!
ResponderEliminar¡Cuánto nos ha amado y ama el Padre para tocar a la materia a través de Su Espíritu Santo y hacerse Hijo en ella!
¡Sagrado Vientre el que dijo Sí y acogió al Espíritu Santo para dar a luz al Hijo!
¡Sacratísima Reina del Cielo, Madre de Dios y Madre nuestra!
¡Ruega por nosotros Madre!
Abrazos fraternos.
es cierto, Peregrino, cuánto nos ama el Señor, Padre, Hijo humanado y Espíritu Santo. Me uno a tu oración, hermano.
ResponderEliminarDios te bendiga.
Abrazos fraternos