domingo, 22 de agosto de 2021

Palabras de vida eterna

 «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Santo Evangelio según san Juan 6,68-69

 


 

 

Todo lo que el corazón del hombre ansía encuentra la Respuesta adecuada e incluso sobreabundante en Jesucristo.

Para poder decir esto con verdadera convicción, ¿ Qué debo hacer ?

Cuando hallo, en mi caminar por este mundo, a una persona en la que veo mucho de lo bueno que constituyen mis valores, procuro hablar con esa persona y tratar de conocerla mejor.

Sin conocer bien a una persona no podré decir que es amiga mía.

Lo mismo ocurre con Dios. Si quiero amar más a Jesús, es normal que procure conocerle mejor.

¿En qué hallo la manera de conocer mejor a Jesucristo?  Leyendo y meditando con frecuencia Su Palabra y Su Vida terrena descrita en los Santos Evangelios. Una vez haya yo prestado mi sí incondicional al Jesús de los Evangelios, Su Santo Espíritu y la Virgen María me conducirán suavemente hacia una vivencia plena del Sacramento de la Reconciliación, en el que soy perdonado y agraciado con nuevas capacidades para hacer el bien y desechar el mal. Podré comenzar a amar al prójimo como Dios me lo pide.

Una vez afianzado en Cristo, vendrán las Santas Misas, la Santa Comunión, , las oraciones diarias, el santo Rosario, la santa Coronilla, y las santas lecturas de también santos libros.

Mi anclaje principal es el Cristo de los santos Evangelios. Es imprescindible leerlos con frecuencia, a diario a ser posible, para perseverar en Su Amor y Conocimiento hasta el final de nuestra vida mortal y más allá.

2 comentarios:

  1. La clave es ese sí sin condiciones, ¡rindámonos al Señor de una vez!
    dejemos de luchar contra Él y expropiemos nuestra voluntad, amar y conocer, vaya sinónimos tan concretos en nuestro Salvador. Me ha gustado mucho tu entrada: ¿En qué hallo la manera de conocerle mejor? para meditar la respuesta que das con tan buen tino, sin la Gracia es imposible, luego ya afianzados lo demás. Abrazos fraternos

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  2. ¡Tarde te amé, Hermosura antigua y tan nueva!, dijo el gran San Agustín, que procedía de una vida del todo disoluta, y gracias al dolor y amor de su madre terrena alcanzó Gracia Divina. Esa que surge a borbotones del Sagrado Corazón de nuestro amado Señor.
    El retiro del mundo, la soledad y el silencio, que a veces nos cuestan tanto, esos son nuestros verdaderos aliados para poder escuchar Su Voz interior.
    Abrazos fraternos

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