Querida Mamá María,
dulce y dócil Corazón inmaculado,
cuyo secreto es la total pertenencia al Altísimo:
Madre buena, misericordiosa,
que siempre estás pendiente de tus hijos,
sí, aquellos que torturamos y asesinamos, sin piedad, al purísimo Fruto de tu vientre virginal.
Aquellos que ahora gemimos bajo el peso de nuestras culpas, esperando una gota de alivio de tus bondadosas manos.
Señora y Madre nuestra, nada hay en nosotros que no merezca vuestra repulsa, más por el infinito Amor divino que os anima, nos atrevemos a comparecer ante ti, suplicando auxilio en todas nuestras dificultades, acierto en nuestras diarias decisiones, consejo para nosotros y para aquellos que se acercan a pedirnoslo, Gracia para nunca más pecar, y la dicha de vuestra bendita compañía, influencia del todo benéfica para el alma que busca agradar al Maestro.
Ponemos nuestra nada ante ti, y te decimos: compadécete de nosotros una vez más, y extiende tu manto inmaculado sobre nuestras vidas de tal forma, que a partir hoy vivamos tal y como Dios lo quiere.
Que así sea.
Totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt.
Amén.
ResponderEliminarSed la salvación del alma mía.
Abrazos fraternos.
Amén, que así sea.
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