Si yo pudiera, Virgen pía, darte
mi corazón como se da una lámpara,
lo sacaría de mi pecho, vivo,
para labrarlo como fina plata.
¡Qué gloria estar contigo noche a noche,
arder por ti como flameante llama
y que tú digas, plácida, a los ángeles:
¡Siempre me alumbra hasta que llega el alba!
¡Qué gloria iluminar, ¡oh madre mía!,
tus pies menudos de camelia blanca
y ser el óleo que por ti se quema
en el ardiente cuenco de tu lámpara!
Tómame así, ¡oh Virgen del Socorro!
fortuna y salvaguardia de mi casa,
y acepta, para el templo que tú habitas,
el sillar que te ofrece mi esperanza.
Juana
de Ibarbourou
¡Qué hermoso texto! Soy muy aficionado a la astronomía y en ocasiones paso algunas horas nocturnas haciendo observaciones nocturnas, pues bien, han sido unas cuantas veces que he sentido con fuerza y sin que lo imagine de antemano a nuestra Madre del Cielo tendiéndome la mano y sonriéndome, como una madre sonríe a su pequeñuelo pelín despistado :)
ResponderEliminarAbrazos fraternos en Cristo.
A mí también me gusta la astronomía, la auténtica, no esa llena de futuribles que se toman como hechos consumados. Esa ciencia ficción que nos quieren hacer aceptar como si fuera verdadera ciencia humana.
ResponderEliminarMe alegro mucho de la experiencia maravillosa que relatas. Los del cielo, Mamá María, el Señor, los santos y ángeles todos, son seres maravillosos que cuando irrumpen con suavidad en la vida del hombre, se hacen luego imprescindibles. Ya no podemos vivir sin los de arriba. Y esperamos el encuentro definitivo como la única Razón por la que asumir todo con amor, dolor y agradecimiento.
Gracias por tu confidencia. :)
Abrazos fraternos en Cristo y María
Esclavos de la Esclava del Señor, nuestras consagraciones a mamá María nos llenan de esperanza. A Jesús por María! Totus Tuus.
ResponderEliminarAbrazos fraternos.
A Jesús por y con María, siempre.
ResponderEliminarAbrazos fraternos