Disfruta dependiendo gozosamente de la Divina y omnipotente Providencia del Señor sobre ti.
Todo lo provee, hasta los más mínimos detalles.
El que lo espera todo de Jesús, lo recibe todo de Sus Manos.
El que nada espera, nada cosecha.
Por eso entrega tu albedrío en las Manos del Altísimo que te hizo, te rescató en Jesucristo, y quiere que le consideres tu Padre Bueno, Santo y Divino. Un Padre providente, lleno de Amor divino, que desea vivas para cumplir Su Santa Voluntad, que es la mejor de todas.
Será tu nivel de confianza en el Bien increado, el Amor más absoluto y fidedigno, el que coloree tu vida diaria. Si te abandonas con alegría y confianza en el Señor, experimentarás Sus Bendiciones diarias, Sus detalles de Amor diarios, Su Providencia que actúa aún cuando no nos damos cuenta.
Jesús, hombre verdadero, maduro y sabio, vivía del Amor a Su Padre.
Nosotros también y ya desde ahora.
La Bienaventuranza comienza aquí y ahora y la viviremos en plenitud en Su Vida eterna, Esa que nos ha ganado con Su bendita Sangre, Dolor, Muerte y Resurrección.
Amén, que así sea. Gracias, Señor.
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