Las cosas de Dios, las de Arriba, solo en Su Palabra, en Cristo mismo, hallan su expresión más acertada.
Cualquier concepto divino que el hombre quiera expresar resultará muy dificultoso e incluso imposible, si no busca en Él la manera acertada de formularlo.
Porque las cosas del Cielo son muy distintas a las cosas de aquí abajo. En un mundo bajo la bota inmisericorde del maligno, la realidad queda transformada bajo mil velos de mentira, dolo y malicia.
Solo el hombre puro podrá ver a Dios.
Solo el hombre que ha sido purificado de su propio pecado, halla en sí mismo esa Luz que es Cristo mismo y que le capacita en mayor o menor medida, según su entrega, para las cosas de Arriba.
¿Dónde hallo Yo, Sabiduría eterna e inmutable, un corazón limpio en el que poder habitar, al que poder llenar de Mi Verdad, Luz y Vida eterna...?
No hay comentarios:
Publicar un comentario